Teorías sobre el tiempo
La teoría de San Agustín entre la relación del tiempo y la mente
El
filósofo cristiano San Agustín creía que el tiempo no era absolutamente
infinito. A pesar de que creía que el tiempo había sido creado por Dios,
también estaba convencido de que era imposible crear algo que fuera infinito.
También
llegó a afirmar que el tiempo solo existe en nuestra mente, llegando a la
extraña conclusión de que todo tiene que ver con la forma en que interpretamos
esa grandeza. Podemos afirmar que algo duró “mucho” tiempo o “poco” tiempo,
pero San Agustín decía que no existe ninguna forma real de cuantificar esto.
Cuando
algo se encuentra en el pasado, ya ni siquiera posee las propiedades de ser
alguna cosa, pues ese algo ya no existe, y cuando afirmamos que alguna cosa
demoró mucho tiempo, simplemente significa que lo estamos recordando de esa
forma.
La teoría del presente ilusorio
La
idea de los presentes ilusorios aborda la cuestión de cuánto tiempo dura
realmente el presente. La respuesta habitual, que dice algo sobre el ser o
“ahora”, no es muy descriptiva. Por ejemplo, cuando estamos en medio de una
conversación con alguien y decimos una frase, el inicio de la frase ya es
pasado, pero la conversación en sí aún tiene lugar en el presente, entonces
¿cuánto tiempo dura realmente el presente?
R. Clay
y William James refieren a esta idea como el presente engañoso – es
decir, el periodo de tiempo que percibimos como presente. Ambos sugieren que
este momento puede ser tan corto como unos cuantos segundos y, probablemente,
no más que un minuto. De cualquier forma, ellos definen como “presente” a la
cantidad de tiempo en la que estamos inmediatamente conscientes.
Entre
todo esto, todavía existe un poco de espacio para discutir. En teoría, el
presente podría tener algo que ver con la cantidad de memoria a corto
plazo que una persona posee. Entre más memoria a corto plazo tiene una
persona, mayor es el presente para ella.
El tiempo simplemente no existe
Cuando
las personas no logran explicar alguna cosa, esa parece la respuesta más fácil.
Pero, de hecho, existe un raciocinio muy interesante tras esta afirmación.
Existen
dos formas diferentes de analizar el tiempo:
La
primera, llamada Teoría A, dice que el tiempo tiene un orden y fluye a
través de un camino; en esta versión del tiempo es posible organizar las cosas
según acontecen. Hay una progresión de eventos del pasado para el presente y el
futuro.
Por
otra parte, con la Teoría B, se afirma que el paso del tiempo en sí es una
completa ilusión, y no existe forma de atribuir objetivamente un orden
particular para las cosas que acontecen.
Esta
versión del tiempo aparentemente está apoyada en nuestra memoria, que tiende a
recordar eventos de forma aleatoria. Tomando estas dos teorías en cuenta, el
filósofo entiende que el tiempo no existe. Para que exista, sería necesario un
cambio continúo de eventos, en el mundo o en las circunstancias. Las teorías A
y B, por definición propia, no son una referencia para el paso del tiempo, y no
existe cambio comprendido por ellas. Por tanto, el tiempo no existe.
Si la
Teoría A por si sola fuera correcta, esto también sugiere que el tiempo no
puede existir. Por ejemplo, pensemos en tu primer cumpleaños. En algún momento,
este fue un evento en el futuro, pero ahora solo existe en el pasado. Como un
momento no puede ser pasado, presente y futuro, McTaggart dice que la teoría es
contradictoria e imposible, como cualquier idea del tiempo.
Teoría de la cuarta dimensión y el universo de bloque
La
teoría de la cuarta dimensión y la teoría del universo de bloque se relacionan
con la idea del tiempo como una dimensión real. En la cuarta dimensión,
todos los objetos (evidentemente) existen en cuatro dimensiones en lugar de
tres, y la cuarta dimensión, el tiempo, puede pensarse en términos de las otras
tres dimensiones.
La
teoría del universo de bloque imagina al universo entero como un bloque
dimensional conformado por rebanadas de tiempo. Tiene largo, ancho y alto. Todo
y cada evento tiene una medición cuantificable, dado que existen capas de
tiempo que forman su todo.
Según
esta teoría, cada persona es un objeto tetradimensional que existe en capas de
tiempo. De esta forma existen capas de tiempo para la primera infancia, la
infancia, para la adolescencia y así sucesivamente.
Así,
esta teoría entiende que el tiempo, por sí solo, no existe. Pero sí hay un
pasado, presente y futuro, y cada punto dentro de un bloque es cualquiera de
estas tres cosas en referencia a otros puntos del tiempo.
Cronos y el padre del tiempo
Antes
de que los filósofos griegos pensaran en una forma de explicar el tiempo, había
una explicación mitológica que incluía a una figura llamada el “Padre del
Tiempo”.
Antes
de que existiera cualquier otra cosa, estaban los dioses Ananké y Cronos; Cronos
era el dios del tiempo, y lo imaginaban como parte hombre, parte león y parte
toro. Sin lugar a dudas una figura fascinante. Ananké, una serpiente enrollada
en torno al huevo del mundo, se veía como el símbolo de la eternidad.
Cronos
también aparece en la mitología grecorromana, donde se encuentra representado
dentro de la rueda del zodiaco. Como a esta rueda no la gobierna el tiempo,
puede ser joven o viejo. Cronos era el padre de dos titanes y muchas veces
mencionado como sinónimo de Cronos, que también fue asociado con el tiempo.
Cronos fue el responsable por castrar a su padre, y más tarde muerto a manos de
su propio hijo, Zeus.
Cronos
también era responsable por la progresión del tiempo a través de las estaciones
y a través de los años, desde el inicio, pero las cosas que sucederían con los
hombres y mujeres dentro de ese tiempo eran comandadas por otras figuras.
Generalmente
nos referimos al tiempo a través de las cosas que suceden a medida que van
pasando. Crecemos y, en seguida, no hacemos viejos. Este ciclo de vida del
hombre no fue dominado por el dios del tiempo, sino por las Moiras, Cloto
se convirtió en el hilo de la vida, comenzando el ciclo para todo. Láquesis
midió durante cuando tiempo duraría el tiempo, mientras que Átropo cortaría ese
hilo. Las Moiras predecirían eventos futuros, así como el destino que ya habían
escrito.